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Carta al pasado

Ahora estás conmigo, pero cuando me encuentro a mi misma paseando entre los recuerdos del futuro, no sabiendo hacer e intentando lanzar preguntas a lo que ya no tiene un mañana, me persigue la idea de amarrarte y hacerte escribírmelo todo. Dime la receta esa que me gusta tanto, el truco para que la ropa mantenga el aroma a hogar. Teje para mí el cuadro del pasado para poderme entender ahora, porque al final, todo lo que reservaste a un mejor momento, se quedó en eso mismo. Cuál es el amor bueno, mamá. Entráñame a la raíz del querer y rodéame entre tus brazos durante el camino. Prometo volver a recoger cada detalle para saborearlo, memorizarlo y coleccionarlo en un diccionario de <<terrores imprevistos y soledad inconexa>>. De nuevo, se me escurren los segundos entre las manos escribiendo a lo inservible y dejo perderse en el aire a la fonética que algún día echaré de menos no poder escuchar.

El hombre pez

Como viene siendo costumbre desde hace unos meses, la palmera guía a la tarde y a mis prisas. El estudio de la calma o recorrer espacios diminutos para llegar al día 5 a tiempo. Lo segundo toma las riendas y el agua a presión de la ducha me reafirma en esa convicción de lanzarme al consumismo por unas horas. No se me olvida nada, hoy además, recuerdo que una vez me dijiste que queremos gustar a cada paso que damos por la calle. Pues algo de verdad tuviste, si no no me habría esmerado en pasar un minuto más en el espejo, al final siempre lo acabo haciendo.  Puerta, escalera, puerta, escalón. Me detengo en la esquina y antes de girar a la izquierda me acuerdo de mis intentos fallidos al tratar de ir a ese nuevo negocio, el del café. Ahora debe de estar abierto. Giro a la derecha en busca del hombre pez con el móvil haciendo de relleno entre mano y oreja. Las aceras obligan a que las palabras se crucen de pentagrama y se pierde la rima y la métrica alrededor de cada frase que se mezcla.

Ensayar

Tierno entre los dientes se deshace  y cede para ser saboreado  entre olores de la tierra.  Si no me concentro, las letras forman un puzzle de dejes y vacíos que no acabo de entender.  El sonido de las fichas del dominó repiquetea la madera a la vez que suena la máquina de café y poco a poco, tímida, la luz se deja entrever desde el patio trasero.  El oro rojo te estira hacia abajo y ahora somos todos reductos de lo mismo. Lo desgranado nos inunda y une lo que las leyes hace tiempo que no.

Colecciones de Malmö: III

Colecciones de Malmö: II ¿El invierno no se acaba nunca?

16/2/2018 De camino a Lund para tocar el concierto de música de cámara barroca con Cecilia, me pregunto cómo pueden aguantar tantos meses de gris. He tenido una pésima clase de cello con Samuli por culpa de Francoeur y de Popper y no puedo evitar ver la misma tonalidad por la ventana y las mismas ramas de los árboles sin florecer. Por no haber no hay ni nieve que haga resplandecer mínimamente este paisaje. PD: despues de haber terminado el concierto sólo puedo decir que voy a dejar la música, iré a Sevilla a terminar Psicología y volveré aquí para tratar a los Suecos. Es que hasta lo haría gratis con tal de dejar de aguantar a gente así.

Colecciones de Malmö: I

I Cómo si de cualquier cosa se tratase, acabamos de terminar de tocar la primera sinfonía de Mahler en el auditorio Malmö Live con la orquesta del conservatorio. Ahora estoy volviendo sola (cómo si llevar un bulto de mi tamaño colgado de mi espalda fuera ir sola) en autobús a mí casa y ha empezado a nevar. Los copos son suficientemente pequeños como para que se distinga la forma perfectamente. Se posan en mi abrigo como si sucediera a conciencia, y ahora en el cristal de la ventana, cómo si quisieran llamar mi atención para que los apreciará más. Aunque ya está anocheciendo, la nieve hace que el día se aclare y el parque de siempre ya no es el mismo. El viento se ha detenido y los árboles están en la tierra y en el agua. El césped comienza a emblanquecerse e ilumina mi camino a casa. ¿Es esto ser feliz? II De camino a Lund para tocar el concierto de música de cámara barroca con Cecilia, me pregunto cómo pueden aguantar tantos meses de gris.   He tenido una pésima cla
No quiero que votes lo mismo que yo. No me siento superior a ti por votar a X partido. Quiero que sepas la importancia de la reflexión, de construirte a ti mismo y de deconstruir lo estrictamente ajeno a ti. Como ciudadanos democráticos, las decisiones políticas no deberían estar cortadas por el mismo patrón que lo están las futbolísticas. Puedes pertenecer a un equipo por tradición familiar o por decisión propia, puedes animarlo en todos los partidos o solo en la final, y llorar de tristeza o de alegría defendiendo un escudo. Pero en unas elecciones generales, si bien es verdad que las emociones son una parte inherente al ser humano: los sentimentalismos y los fanatismos extremos deberían quedarse en casa y no jugar el partido. Aunque nazcamos influenciados, nuestro deber es construirnos y crear nuestros propios valores. Que por supuesto no son cromos que vamos coleccionando, no se quedan ahí porque no son pequeñas estatuas: se mueven, se amplían, desaparecen unos y nacen otros. Y e