Ni un soneto. (I)
Si, ni un soneto, ni un cuarteto, ni un octeto son capaces de que vengas, de que vengas y me roces, de que roces las entrañas que te acogen sin soltarte. Dime tú, para qué respiro, y miro, te miro sin miedo, para qué te escucho, y endulzo verdades que saben a miedo.