¿Te odio?



Nunca pensé que pudiera odiarla. De hecho no sé si la odio del todo, o si simplemente la odio cuando no nos conviene a mi ni a mis circunstancias. Porque, que yo sepa, este sentimiento no atiende de estado, me explico: no creo que existan grados de odio, ni siquiera que pueda haber una escala que lo ordene, es simplemente, como su antónimo, una pregunta directa, total, capaz de sostener dos respuestas monosílabas, y cada una, opuesta a la otra. Bien, llegados a este punto en que hemos descrito lo que significa para una persona como yo el odio, o lo que entiendo yo cuando utilizo esta palabra, podemos indagar más en el tema.
Sé que ella no es la causante de todos los problemas que puede crear directamente, pero sé que tiene la culpa de que los demás no podamos destaparlos del todo ni llegar a solucionarlos a fondo. Resulta que esta protagonista con cualidades antiheroicas, posee una capa tan poderosa que es capaz de cubrirnos a todos, nos abriga y abraza, nos refugia y da calor, nos alimenta y acostumbra, nos destierra y entierra. A diferencia de otras capas, ésta no nos hace volar, ni nos hace invisibles, ni siquiera nos llega a cubrir del todo, esta capa entierra nuestros pies, los convierte en raíces y les enseña el calor del hogar en la tierra, nos da una armadura con la debilidad de que necesita estar siempre protegiéndonos del propio oxígeno que a la vez necesitamos para ser libres. Resultaría fácil deshacernos del dulce alivio que nos otorga en forma de prenda, pero, por muy increíble que parezca, pocas personas saben de su existencia, lo que hace imposible que nos deshagamos completamente de ella.
¿Es su existencia una forma de exigirnos una revelación contra nuestra propia tradición? Por si acaso, deberíamos dejar atrás cualquier forma de prejuicio que creamos que se ha podido legitimar.






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